En mis largos recorridos por el subcontinente indio, y a través de mis innumerables encuentros con maestros espirituales, he tenido la ocasión de ir recogiendo muchos cuentos, parte de los cuales he recopilado y redactado de forma amena y comprensible. Estos cuentos y narraciones –la mayoría antiquísimos– forman un tesoro clásico de conocimiento que apunta a realidades superiores y representa una valiosísima enseñanza mística.
Ramiro Calle
Este cuento es un apólogo, una narración de carácter didáctico-moralizante perteneciente al Hinduismo, una de las religiones conocidas más antiguas, y una de las más complejas por su amplia variedad de creencias y sus muchas sectas diferentes. Está considerada la tercera religión más numerosa del mundo y se extiende principalmente por la India. Sus principales textos sagrados son los Vedas que contienen himnos, mitos, teología e historia, muy enraizados en la cultura india. Además, en estos y otros libros sagrados, son muy frecuentes e importantes las narraciones y cuentos como vehículos idóneos para que la gente más sencilla pueda acceder a doctrinas sutiles y profundas o muy simples pero fundamentales. Esto último es lo que sucede en Un ermitaño en la corte en el que sin apenas narración y descripción, a través del diálogo de los dos únicos personajes y con una progresión ascendente se llega de una manera muy intuitiva y mediante un curioso juego de palabras a la enseñanza final de que nada es superior a Dios.
Miguel Díez R.
UN ERMITAÑO EN LA CORTE
Cuento anónimo hindú
En la corte real tuvo lugar un fastuoso banquete. Todo se había dispuesto de tal manera que cada persona se sentaba a la mesa de acuerdo con su rango. Todavía no había llegado el monarca al banquete, cuando apareció un ermitaño muy pobremente vestido y al que todos tomaron por un pordiosero.
Sin vacilar un instante, el ermitaño se sentó en el lugar de mayor importancia. Este insólito comportamiento indignó al primer ministro, quien, ásperamente le preguntó:
–¿Acaso eres un visir?
–Mi rango es superior al de visir –repuso el ermitaño.
–¿Acaso eres un primer ministro?
–Mi rango es superior al de primer ministro.
Enfurecido, el primer ministro inquirió:
–¿Acaso eres el mismo rey?
–Mi rango es superior al del rey.
–¿Acaso eres Dios? –preguntó mordazmente el primer ministro.
–Mi rango es superior al de Dios.
Fuera de sí, el primer ministro vociferó:
–¡Nada es superior a Dios!
Y el ermitaño dijo con mucha calma:
–Ahora sabes mi identidad. Esa nada soy yo.
101 cuentos clásicos de la india. Recopilación de Ramiro Calle, Madrid, Edaf, 2009
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